mayo 2017

miércoles, 24 de mayo de 2017

Desafíos de la formación en ambientes hiperconectados




(Fuente: Jeanne Menjoulet | Flickr)

Hace unos días recibí una invitación de la Universidad del Quindio para realizar una charla en el marco de una temática que nos tiene “cabezones” a los que trabajamos en educación; y es cómo educar en un mundo digital. Y digo cabezones (me perdonaran la expresión) porque con el advenimiento de la tecnología pero sobre todo el crecimiento acelerado de dispositivos, recursos, aplicaciones, narrativas, interacciones, etc se viene presentando un divorcio entre el conocimiento (en especial el que transita hoy por la red de Internet), la academia (llamase escuelas, universidad o cualquier centro de formación formal) y esos a los que se supone estamos formando llamados estudiantes.

Pero ¿Por qué preocuparnos desde la academia por la invasión de las tecnologías digitales en la educación?. Sin duda no hay una respuesta única a esta pregunta, pero si hay un fenómeno que está ocurriendo y que vale la pena prestar atención y encaminar desde la educación acciones para lograr ser más efectivos en nuestros procesos de formación, y es observar como los jóvenes están construyendo su identidad a partir de las tecnologías digitales.

Para dar respuesta a esta y otras inquietudes que surgen de la relación educación-tecnología, estructuré mi presentación en tres apartados; El primero fue describir algunas características de los llamados Millenials y generación Z. En un  segundo momento abordé el concepto de Cultura e identidad digital como elementos claves para entender las nuevas dinámicas comunicativas mediadas con las tecnologías digitales y finalmente propuse algunos desafíos a los que nos vemos afrontados los que estamos metidos en el campo de la educación y la comunicación.

Entendiendo la generaciones Millenials y Z

Aunque no soy muy amigo de las etiquetas que muchas veces se les impone a los jóvenes,  considero que para entender lo que está pasando con las tecnologías en este grupo poblacional (Millennials y generación Z) es necesario observar las prácticas que tejen los jóvenes frente a las TIC, bien lo señalaba Bernete cuando afirma que:  

Para esta generación de los Millennials el uso de la tecnología, Internet, móviles y videojuegos constituye un referente irrenunciable para su vida cotidiana, ya que sin tecnología queda aislado de sus círculos de amistad y sin la posibilidad de desarrollar las actividades de ocio o comunicación

En este sentido, y ante una juventud equipada, multitarea, con necesidad de reconocimiento, interactiva, sobre-estimulada, expuestas a muchos riesgos, entre otras características se hace necesario pensar en otras formas y/o prácticas de enseñanza acorde a un nuevo ecosistema digital.

Identidad y cultura digital

Un segundo aspecto para entender cómo educar en ambientes hiperconectados pasa por comprender conceptos como cultura e identidad digital propios de esta nueva era a la que estamos asistiendo, toda vez que lo plantearía Manuel Área, preguntas como ¿Quién soy?, ¿Cómo me ven los demás?, ¿Con quiénes me relaciono?, ¿Qué consumo? serán determinantes en la construcción de ese “yo” digital y resignifican las formas de interacción social entre los jóvenes.

Y es que esa Cultura Digital nos está llevando a que redes sociales como Facebook alcancen casi los 2.000 millones de usuarios o que aplicaciones como Snapchat tengan 166 millones de usuarios activos cada día. Pero para no ir más lejos basta con mirar el último estudio de Uso y apropiación de las TIC en Colombia elaborado por el Ministerio TIC y DATEXCO en el año 2016 en donde se reflejan datos como:

  • El 60% de los Colombianos acceden a Redes Sociales más de 10 veces al día. 
  • El 52% de los jóvenes (entre 12 y 17 años) sienten ansiedad al estar desconectados.
  • El 47% de los colombianos han reducido sus horas de sueño por estar conectado a Internet.
  • El 90% de los colombianos no han creado o construido contenido para Internet.
No hay duda que lo digital nos está cambiando la vida, es por ello que se hace necesario desde la academia pensar en nuevas formas de interactuar en estos ambientes permeados por lo digital en donde los jóvenes ya han "naturalizado" las TIC en su vida.

Desafíos desde la formación (mi experiencia como docente y curioso de la cultura digital)

Para cerrar mi presentación propuse 5 desafíos que no son formulas mágicas ni palabras terminadas, más bien son reflexiones que han surgido de mi práctica como docente universitario y de mi rol como coordinador de proyectos TIC en contextos educativos, aquí van:

Comprender la forma en que los jóvenes se relacionan con la tecnología digital: Considero que este es un punto clave que tenemos como docentes que atender, no se trata de que el docente esté en cuanta red social exista sino en conocer y entender ese mundo digital en que gravitan los jóvenes hoy en día.

Conocer (y en lo posible manejar)  herramientas de software social: Unido al desafío anterior, es necesario que el docente no “satanice” la tecnología, los dispositivos, las aplicaciones, redes y demás recursos que hacen parte del diario vivir de los jóvenes, por el contrario que explore oportunidades que tienen estos recursos para fortalecer y agregarle valor a su práctica docente.

Involucrar en los procesos de enseñanza herramientas y recursos que ofrecen las TIC: Y esto va más allá de disponer de salas de informáticas, equipo portátiles, tablets, smartphone, aulas virtuales, etc. El desafío está en crear ambientes significativos de aprendizaje mediados con tecnologías, donde el rol del profesor resalte más que el de el aparato tecnológico.

Incentivar desde el aula actividades que fomenten el uso pedagógico y crítico de las TIC: Esto se traduce en pasar de un Internet del consumo a un Internet de la producción, en donde se aproveche todo lo que nos ofrece la Web en actividades propias del quehacer pedagógico y con un sentido crítico incluso orientadas hacia problemáticas generadas de la interacción digital como son los usos seguros y responsables de Internet.

En conclusión no sabemos cómo será la escuela ni la universidad del futuro pero lo que sí sabemos es que estamos asistiendo a nuevas de interacción en donde las tecnologías nos han cambiado la forma en que estamos educando y nos debemos como lo proponía Bauman “aprender el aún más difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo”

PDTA: Me quedó sonando al finalizar mi charla, una reflexión del profesor Hernán (no recuerdo el apellido) quien manifestaba la necesidad de pensar desde la filosofía en ese ser ontológico que requiere ser protegido de ese mundo digital para evitar que sea cosificado por los medios, lenguajes y demás productos y procesos de la Cultura Digital  

Referencias:

Leccardi C, Área M. (2011): El concepto de generación en las teorías sobre la juventud. Centro de Estudios Sociales. Valparaíso


Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, DATEXCO. (2016): Estudio Uso y Apropiación de las TIC en Colombia. Bogotá.





















martes, 9 de mayo de 2017

India: Un planeta de encuentros y des-encuentros



“Quien regresa de un viaje no es la misma persona que partió”

Proverbio chino

De la India se ha escrito mucho, basta con escribir esta palabra en Google y aparecen 2.570.000.000 de registros en menos de 1,14 segundos. Es por ello que este post no pretende hacer un análisis de lo que es la India ni trata de explicar nada, solo pretende compartir algunas de las experiencias vividas durante un mes en este planeta y lo llamo planeta porque coincido con Alfredo Rey porque aunque no he viajado mucho no sé si se encuentre algo parecido en esta tierra.

El viaje a la India fue planeado con un año de anterioridad con  Marlio Sierra y Andrés Muñoz, dos compadres que como yo les gusta perderse durante algún tiempo a conocer nuevas culturas. Y es que ir a la India es todo un viaje para perderse de lo que habitualmente conocemos, en India la lógica supera cualquier prejuicio y sus ciudades caóticas funcionan en un relativo orden.

Para llegar a la India desde Colombia se tienen varios caminos, por Estados Unidos, Europa, en fin, varios. Sin embargo creo que nosotros tomamos el más largo (31 horas con escalas), tan largo que creo se alcanza a borrar la rayita del jopo de tanto estar sentado. Salimos de Bogotá a Sao Paulo, allí hicimos una escala de dos hora para tomar camino a Lome capital de Togo en Africa, en Lome a tanquear, limpiar baños, cargar más comida y de nuevo al aire rumbo a Addis Ababa capital de Etiopia. En Etiopia a bajar del avión estirar piernas y respirar aire puro (bueno no tan puro, olía mucho a cigarrillo en el aeropuerto) para esperar un nuevo avión que nos llevara por fin a Delhi.

Ya en Delhi después de unas largas horas de charlas, lecturas, películas, sueños y un poco de desespero tocamos tierra en el impresionante aeropuerto Indira Gandhi el cual se convertiría en el primer choque cultural porque cuando sales del aeropuerto te encuentras con la verdadera India. Con maleta en mano (estamos nerviosos que sobreviviera a tantas conexiones) tomamos rumbo al hotel a darnos una ducha y empezar a explorar este nuevo planeta llamado India.

Nuestra primera experiencia fue brutal, llegamos a Chandni Chowk uno de los mayores mercados de India; atiborrado de bazares, motos, carros, bicicletas, vacas, gritos, olores, pitos y cuanto caos se imagine estaba presente en este lugar, era una verdadera prueba a todos nuestros sentidos, en fin era el preámbulo de lo que íbamos a encontrar en este viaje.


 Mercado de Chandni Chowk -Delhi

Superada la prueba del Chandni Chowk nos fuimos a descansar para emprender la ruta que nos habíamos trazados desde Colombia. Sin embargo en India cuando te vienes de mochilero los planes no siempre funcionan como los habías pensado y aunque habíamos armado la ruta, los días que pasaríamos en cada ciudad, los monumentos a visitar, los hoteles donde nos íbamos a quedar, no habíamos podido conseguir los ticket de los trenes por lo complicado que es, tan es así que en el primer hotel había una breve historia que decía algo como:

“Un extranjero había trabajado mucho para viajar durante 10 meses por la India pero sus planes cambiaron porque cuando llegó demoró 8 meses para conseguir un boleto de tren”

Y algo parecido nos pasó, fue imposible conseguir boleto de tren a nuestra próxima ciudad de destino por lo que nos tocó omitir la ruta prevista, cancelar reservas de hotel y reencuadrar el viaje. Primera lección, en India hay que vivir en la armonía de las circunstancias y dejar que la vida muestre el camino porque lo que pasará así tenía que pasar.

Corregido el “pequeño” impase emprendimos por la nueva ruta trazada que los llevaría por ciudades como Delhi, Jaipur, Udaipur, Daipur, Pushkar, Amer, Agra, Varanasi y Gorakhpur todas ciudades llenas de contrastes, magia, perturbadoras, caóticas, alucinantes, olorosas, religiosas, de muchos rituales, muy calurosas (La temperatura no bajó de los 40 grados) pero ante todo de encuentros espirituales.


 Aguatero en Daipur

De cada ciudad hay mucho que contar y aunque vamos a organizar una tertulia con los compañeros de viaje para contar detalles de cada ciudad, la constante de cada unos de los sitios visitados o mejor lo que más me llamó la atención fue entre otros muchos aspectos; la comida picante (cada plato era un viaje dentro del mismo viaje),  calles con algún parecido a un zoológico, llenas de vacas, micos, elefantes, camellos, perros, ratas, etc, templos y más templos, caos, pitos, los limpiadores de oídos, las barberías en vía pública, el sistema de castas, las personas que arreglaban chancletas ya a punto de irse para la basura, las cremaciones en el rio Ganges, el rol de la mujer especialmente en trabajos como la construcción, la poca o casi nula importancia que se le da a lo material, el concepto de abundancia, los rituales, las vacas sagradas (pero no como las de Colombia), el dominio del ingles en vendedores ambulantes, la muerte, la reencarnación (en India, las personas no mueren, solamente abandonan sus cuerpos), la paciencia, el concepto de felicidad, los aguateros, las personas manejando sin espejos, la calidez de su gente, en fin los aburriría si les contara todo.


Gente bella en Delhi

En conclusión, el viaje a la India fue un viaje de encuentros y muchos des-encuentros, reconociendo lugares en donde la lógica sigue su propio camino (y no el que tu consideras) y en donde impera un relativo orden pero con unos parámetros muy diferentes a lo que uno piensa. La India es un lugar que resetea tu cerebro y te des-coloca de tu cotidianidad, en donde uno aprecia las cosas pequeñas que tiene la vida, rescata el valor de sorprenderse, se reflexiona sobre lo poco que se necesita para vivir y lo pendejos que somos cuando nos preocupamos por los bienes materiales, en donde se valora la importancia de ir livianos por la vida y lo importante que es salir de nuestra zona de confort.

La India es sin duda otro planeta que para visitarlo se requiere despojarnos de cuanto prejuicio tengamos manteniendo la mente totalmente abierta para tolerar olores, sabores, ruidos y todo aquello que como occidentales en muchas ocasiones maldecimos.

Los dejos con algunas imágenes de este perturbador pero maravilloso viaje por la India. Ver fotos

PTDA: También hicimos una fugaz visita por Nepal, pero será en otro post en donde les cuente mis impresiones.